Ante un contexto de racismo estructural y despojo, Mabel Robledo (37) encabeza la peligrosa lucha por la recuperación de las tierras ancestrales de su comunidad. Su formación académica y su pasado policial son «armas» que hoy emplea en la defensa de su gente y su territorio.

Este reportaje fue escrito por el periodista Kenny Castillo Fernández (WA-DANI-Honduras).

— “Soy una escogida de mis ancestros”, afirma con convicción Mabel Robledo. Su voz no sólo reclama justicia; es el eco de una lucha centenaria. A pesar de contar con credenciales académicas que podrían haberle abierto puertas en otros ámbitos, esta mujer garífuna eligió encabezar la arriesgada recuperación de los territorios arrebatados a su pueblo en Nueva Armenia, Atlántida.

Su camino hacia el activismo nació de una doble experiencia: crecer reconociendo las desigualdades que enfrentan los garífunas y, posteriormente, formarse dentro de la misma institución que hoy representa una amenaza para su seguridad.

Robledo fue inspectora de la Policía Nacional de Honduras, graduándose con honores. Es licenciada en Investigación Criminal y en Derecho, y cuenta con una maestría y tres diplomados. Sin embargo, en 2018 fue separada de la institución mediante un cuestionado proceso de depuración.

Su activismo y el alto riesgo para su vida llevaron a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) a ordenar recientemente al Estado de Honduras medidas provisionales urgentes para protegerla.

La peligrosidad de su lucha es compartida por muchas defensoras, como contextualiza Yéssica Trinidad, de la Red Nacional de Defensoras: “Estamos viviendo una situación crítica de persecución y violencia... en un contexto marcado por el racismo estructural y la connivencia del Estado con los intereses capitalistas”, señala.

Una lucha sin cuartel

Tras su salida de la institución policial y una fallida incursión en la política, Robledo realizó en marzo de 2019 su primer plantón en los Cayos Cochinos, protestando contra un régimen que —denuncia— atenta contra las libertades de los garífunas del archipiélago.

Su regreso a la comunidad marcó el inicio de su verdadera misión: la defensa de los derechos humanos, centrada en el territorio ancestral.

¿Pero contra quiénes lucha? La Fundación Cayos Cochinos es una organización integrada por poderosos empresarios hondureños que se unieron para usufructuar el archipiélago bajo la figura de una entidad sin fines de lucro. Desde sus inicios, en 1994, la Fundación ha buscado sacar a los garífunas del lugar, encontrando una fuerte resistencia comunitaria.

Aunque se autodefine como un ente conservacionista, la Fundación ha tomado decisiones contradictorias, como aprobar la filmación del programa de telerrealidad europeo Supervivientes. Durante las grabaciones, las libertades de los garífunas se ven restringidas.

Los recursos que recibe la Fundación anulan derechos como la libre movilidad de los garífunas, algo que inquieta a Robledo y a su equipo. También se vulnera el derecho a la alimentación mediante prohibiciones a la pesca.

Barauda: el sueño comunitario hecho realidad

En tierra firme, el fruto más tangible de la lucha se llama Barauda, un asentamiento ubicado en tierras recuperadas y nombrado en honor a la histórica matriarca garífuna.

En este lugar —donde Robledo concede la entrevista bajo la protección de tres soldados— existen unas 30 viviendas de concreto construidas colectivamente. Barauda no es un simple asentamiento; es el embrión de una zona que busca vivir bajo el modelo comunitarista de la cosmovisión garífuna, donde “el bien de unos sea el de todos”.

Este proyecto se levanta sobre 264 manzanas de tierra confirmadas por el Instituto Nacional Agrario como parte del título ancestral de Nueva Armenia, pero que habían sido explotadas por la empresa Palmas de Atlántida. Recuperarlas ha convertido a Robledo en un blanco.

Palmas de Atlántida es una empresa dedicada a la explotación de palma africana para la fabricación de aceite y sus derivados. Actualmente es dirigida por los herederos del fallecido empresario Reynaldo Canales. En el grupo también figuran el político Saro Bonano y otro empresario identificado como Paco Vedas.

El riesgo sobre la vida de Mabel Robledo es inminente. “Aquí no peleamos con gente pobre; peleamos con personas con poder económico y poder político”, advierte. Su historial lo confirma: en 2023 le dispararon; en 2024 sufrió dos persecuciones; y en 2025 ha recibido nuevas amenazas. El mismo día en que la comunidad decidió recuperar el predio, se produjo un ataque nocturno del que dos hombres se salvaron milagrosamente.

El legado: una semilla de valor e inteligencia

A pesar del peligro, Robledo no alberga temor. “La muerte es parte del ciclo de la vida”, reflexiona. “Tal vez uno de los temores que podría tener es que no me mataran y me dejaran incapacitada. Ese es el peor temor”.

Su valentía y su conocimiento inspiran a su comunidad. Carolina Castillo, una mujer de más de 70 años, destaca su honestidad y espíritu incorruptible. Para el joven Eduard García, “luchar al lado de una guerrera vale la pena... cuando va una persona que no siente temor, entonces agarras más valor”.

La frase de David Johnson sintetiza su impacto: “Es digna de admirar, una persona que te motiva a descubrir ese potencial que hay en ti”. Mabel Robledo es, en esencia, la encarnación de una lucha que trasciende la recuperación de tierras: es la semilla de un liderazgo que busca germinar en una nueva generación de jóvenes valientes y comprometidos con el cambio.