Por Mayra Ávila

La perimenopausia es el período de transición que precede a la menopausia, caracterizado por cambios hormonales progresivos, especialmente en los niveles de estrógenos, progesterona y testosterona. Esta etapa suele iniciar entre los 40 y 45 años y puede extenderse entre 4 y 10 años, aunque la duración y la intensidad de los síntomas varían según factores genéticos, ambientales y de estilo de vida. Durante este tiempo, el organismo femenino experimenta transformaciones profundas que afectan la salud física, emocional y sexual, así como el bienestar general.

Los cambios hormonales son el núcleo de esta etapa. La disminución de estrógenos provoca irregularidades menstruales, sofocos, sudoraciones nocturnas y sequedad vaginal. La reducción de progesterona contribuye a problemas de sueño, ansiedad y alteraciones en la ovulación. Por su parte, la disminución de testosterona puede afectar la libido, la fuerza muscular y la distribución de grasa corporal, mientras que las fluctuaciones de cortisol pueden incrementar el estrés y afectar la memoria y el estado de ánimo.

Entre los síntomas más comunes se encuentran los sofocos y sudoraciones nocturnas, las alteraciones en el ciclo menstrual, los cambios de humor, la irritabilidad, la ansiedad, la disminución de la libido y la sequedad vaginal. Además, muchas mujeres experimentan insomnio, fatiga y dificultad para concentrarse, lo que puede afectar la calidad de vida y las actividades cotidianas.

Existen también síntomas menos conocidos, que a menudo resultan desconcertantes para quienes los experimentan. Entre ellos se encuentran palpitaciones o taquicardia sin relación con el esfuerzo físico, mareos o vértigos, sensibilidad olfativa aumentada o alteraciones en el gusto, hormigueo o adormecimiento en extremidades, dolores musculares y articulares difusos, problemas digestivos como gases o estreñimiento, pérdida de densidad ósea silenciosa y alteraciones cognitivas que se manifiestan como “niebla mental” u olvidos frecuentes.

Si no se manejan adecuadamente, estos cambios hormonales pueden aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares, osteoporosis, trastornos metabólicos y alteraciones psicológicas persistentes. Por ello, la perimenopausia requiere un enfoque integral que combine seguimiento médico, hábitos saludables y apoyo emocional.

Las estrategias de manejo incluyen la consulta médica especializada, que permite evaluar los niveles hormonales, considerar la terapia hormonal individualizada y realizar seguimiento de la densidad ósea y la salud cardiovascular. Una alimentación equilibrada rica en calcio, vitamina D, proteínas y fitoestrógenos, junto con la actividad física regular, contribuye a mantener la fuerza muscular, la densidad ósea y la salud metabólica. La salud mental también es clave; técnicas de relajación, mindfulness y terapia psicológica ayudan a manejar la ansiedad, la irritabilidad y los cambios de humor. Finalmente, la atención a la salud sexual mediante lubricantes, hidratantes vaginales y comunicación abierta con la pareja mejora la calidad de vida durante esta etapa.

En conclusión, la perimenopausia es una fase compleja y desafiante, con una amplia gama de síntomas que van más allá de los sofocos y los cambios menstruales, incluyendo manifestaciones menos conocidas que pueden sorprender a muchas mujeres. Reconocer los cambios, informarse y buscar apoyo médico y emocional son pasos esenciales para vivir esta etapa de manera saludable. Aunque representa un período de retos, también es una oportunidad para priorizar el autocuidado, reforzar hábitos saludables y fortalecer el bienestar integral.