La hipertensión arterial se ha consolidado como uno de los principales problemas de salud pública a nivel mundial. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), una de cada tres personas adultas vive con esta condición, y la mayoría lo desconoce hasta que aparecen complicaciones graves que ponen en riesgo la vida.

La hipertensión arterial, también conocida como el “enemigo silencioso”, ocurre cuando la presión de la sangre contra las paredes de las arterias se mantiene por encima de los 140/90 mmHg de manera persistente. Esta condición obliga al corazón a trabajar con mayor esfuerzo, lo que aumenta la probabilidad de desarrollar infartos, accidentes cerebrovasculares, insuficiencia renal o pérdida de visión. Aunque muchas veces no presenta síntomas, algunos pacientes reportan dolor de cabeza, mareos, visión borrosa o palpitaciones, señales que suelen manifestarse en etapas avanzadas.

Entre los factores de riesgo más frecuentes se encuentran el consumo excesivo de sal y alimentos ultraprocesados, el sobrepeso y la obesidad, la falta de actividad física, el tabaquismo, la ingesta de alcohol, el estrés crónico y los antecedentes familiares. Sin embargo, la buena noticia es que esta enfermedad puede prevenirse y controlarse. Los especialistas recomiendan adoptar hábitos de vida saludables como mantener una alimentación balanceada y baja en sodio, incrementar la ingesta de frutas y verduras, realizar al menos 30 minutos diarios de ejercicio, evitar el consumo de alcohol y tabaco, controlar el peso corporal y medir la presión arterial de manera periódica.

La hipertensión no discrimina edad, género ni condición social. Por ello, la prevención y los chequeos médicos regulares son esenciales para detectar a tiempo esta condición silenciosa que, de no tratarse adecuadamente, puede tener consecuencias irreversibles en la salud de millones de personas en todo el mundo.